Toxicidad de dos especies de ranas depende directamente de las hormigas que consumen
Un estudio desarrollado por investigadores de Stanford University, The University of Texas at Austin, Universidad Indoamérica, Instituto Nacional de Biodiversidad (INABIO), University of Bristol, Fundación Jambatu, Escuela Politécnica Nacional y Universidad de las Américas determina que las defensas químicas de la rana diablito (Oophaga sylvatica) y de la rana cohete del Chimbo (Hyloxalus infraguttatus) depende directamente de las hormigas que consumen y de la disponibilidad de estos insectos en el ambiente.
El estudio, desarrollado por Nora A. Martin, Camilo Rodríguez, Aurora Alvarez-Buylla, Katherine Fiocca, Colin R. Morrison, Adolfo Chamba-Carrillo, Ana B. García-Ruilova, Janet Rentería, Elicio E. Tapia, Luis A. Coloma, David A. Donoso y Lauren A. O’Connell, analizó poblaciones de la rana diablito en cinco localidades del noroeste del país, así como de la rana cohete del Chimbo, tradicionalmente considerada no venenosa.
Los resultados muestran que las ranas diablito acumulan diferentes tipos y cantidades de toxinas según la región donde habitan, en este sentido, las poblaciones de zonas más altas y frescas presentaron mayores cargas químicas que las de tierras bajas. Mientras que la rana cohete, aunque se pensaba “indefensa”, también almacenó trazas de alcaloides en su piel.
La investigación descubrió, además, que las ranas seleccionan ciertos géneros de hormigas, como Solenopsis y Pheidole, que contienen alcaloides útiles para la defensa, y si las comunidades de hormigas cambian por efectos del clima o la deforestación, también cambiarán las defensas de estos anfibios.
Muchos organismos utilizan defensas químicas para protegerse de depredadores o patógenos, y estas defensas a menudo implican alcaloides de pequeñas moléculas sintetizados por plantas o microbios, y algunos taxones pueden adquirirlos mediante el secuestro dietético.
Un componente clave de la dieta de las ranas venenosas incluye artrópodos ricos en alcaloides, y estas han desarrollado mecanismos fisiológicos para tolerar e integrar la toxina en sus tejidos y así disuadir a los depredadores. Sin embargo, aún no está claro si los principios ecológicos que subyacen a la especialización de la dieta de los artrópodos en plantas tóxicas también se aplican a los vertebrados que secuestran sus defensas químicas de los artrópodos.
Finalmente, la investigación señala que estudios futuros deberían replicar estos hallazgos tanto en entornos naturales como controlados, comparar la química ambiental de los artrópodos para comprender mejor la disponibilidad de presas y utilizar experimentos de alimentación en cautiverio para evaluar cómo la dieta influye en la acumulación de alcaloides.
El estudio completo lo encuentra aquí: https://besjournals.onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/1365-2656.70142?af=R
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