El desarrollo de una red mundial de biorepositorios permitirá la detec-ción temprana de enfermedades zoonóticas
Un estudio desarrollado por investigadores de instituciones nacionales e internacionales, entre ellas el Instituto Nacional de Bidiversidad (INABIO), señala que la pandemia del síndrome respiratorio agudo severo Coronavirus (SARS-CoV-2) ha revelado debilidades críticas en la bioseguridad internacional. Sobre todo, enfatiza que no existen sistemas globales de vigilancia de la vida silvestre que contribuyan a los biorepositorios, que permitirían el monitoreo de enfermedades zoonóticas emergentes en el espacio y el tiempo. Las capacidades de biorepositorios internacionales son insuficientes en la actualidad para permitir que los investigadores identifiquen patógenos y huéspedes de manera rápida y confiable.
Los investigadores, Jocelyn P. Colella, John Bates, Santiago F. Burneo, M. Alejandra Camacho, Carlos Carrion Bonilla, Isabel Constable, Guillermo D’Elía, Jonathan L. Dunnum, Stephen Greiman, Eric P. Hoberg, Enrique Lessa, Schuyler W. Liphardt, Manuela Londoño-Gaviria, Elizabeth Losos, Holly L. Lutz, Nicté Ordóñez Garza (Asociada al INABIO), A. Townsend Peterson, María Laura Martin, Camila C. Ribas, Bruce Struminger, Fernando Torres-Pérez, Cody W. Thompson, Marcelo Weksler, y Joseph A. Cook, señalan que el desarrollo de una red mundial de biorepositorios y vigilancia de patógenos facilitaría la preparación proactiva para una pandemia, porque permitirá la detección temprana, el seguimiento periódico y el desarrollo de un marco evolutivo para la predicción de la propagación.
Un cambio hacia una respuesta proactiva a las enfermedades infecciosas emergentes (EID) reduciría significativamente los costos humanos y financieros de las enfermedades nuevas y reemergentes. De hecho, los esfuerzos coordinados de investigación y vigilancia para mitigar los impactos de las EID son reconocidos como una necesidad urgente por la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y la Organización Mundial de Sanidad Animal.
La buena noticia es que se formó recientemente una red internacional de biorepositorios descentralizados en la forma del “Museo Global” con el nombre de Proyecto ECHO: Museos y patógenos emergentes en las Américas (MEPA). Una red virtual destinada a fomentar la comunicación, la coordinación y la resolución colaborativa de problemas entre investigadores de patógenos, funcionarios de salud pública y biorepositorios en las Américas.
MEPA actúa ahora como un modelo de colaboración internacional e interdisciplinaria eficaz que puede y debe replicarse en otros puntos críticos de biodiversidad. Cada museo de historia natural es también un biorepositorio, dedicado a la preservación a largo plazo de materiales biológicos, incluidas pieles, esqueletos, tejidos congelados criogénicamente y sus datos asociados (por ejemplo, ocurrencia, patógeno/simbionte, ecológico, ambiental, etc.). Con una inversión modesta y modificaciones en la infraestructura y los sistemas de comunicación, estos nodos dispersos podrían expandirse y conectarse para formar un poderoso sistema internacional para la vigilancia y monitoreo de patógenos emergentes.
Para cumplir su promesa como sistema internacional para la vigilancia de patógenos zoonóticos y como base para una respuesta de salud pública eficaz, la infraestructura y la capacidad de los biodepósitos deben ampliarse a escala mundial para dar cabida a mayores volúmenes de muestras, procedentes de estudios relacionados con enfermedades y otros estudios de vida silvestre, y saliente, para su uso en la investigación de EID.
La infraestructura de un biorepositorio ampliado es particularmente necesario para los países de bajos ingresos y de gran biodiversidad, que tienen algunos de los mayores riesgos y frecuencias de contagio zoonótico y los mayores tiempos de retraso entre la aparición de enfermedades y la identificación de las fuentes de vida silvestre. En este estudio se describe los próximos pasos para la expansión estratégica de la infraestructura de la biodiversidad internacional, para formar una red descentralizada de vigilancia de patógenos y proponer un nuevo modelo de comunicación y colaboración internacional y transdisciplinaria.
El INABIO es una institución que busca generar conocimiento y desarrollar ciencia, tecnología e innovación que requiere el Estado ecuatoriano para garantizar la conservación de su patrimonio natural mediante el uso soberano, estratégico y sustentable de la biodiversidad y sus componentes para la consolidación de la sociedad del buen vivir.
Aquí puede encontrar la publicación completa: https://journals.plos.org/plospathogens/article?id=10.1371/journal.ppat.1009583