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La investigadora que se internó en el campo con 7 meses de embarazo y llega a trabajar en bici

Datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) revelan que el 33,3% de personas dedicadas a la investigación en todo el mundo son mujeres, y en ese porcentaje está Glenda Pozo, investigadora del Instituto Nacional de Biodiversidad (INABIO), apasionada por la belleza de las aves, su gama de colores, su comportamiento y sus formas de vida. Nos dice que le atrae mucho estudiar cómo estos animalitos se comportan en pareja y cómo son con sus crías. “Estudiaré las aves siempre”, señala.

Glenda sabía que su profesión estaría relacionada con la naturaleza, sin embargo, nos comenta que no sabía exactamente qué estudiar en la Universidad. Se inscribió en ecoturismo en la Universidad Central del Ecuador, lugar en el que una maestra entendió su propósitos y le confirmó que a ella lo que le gustaba era la biología. “Me hizo entender que yo no quería guiar a la gente, lo que yo quería era estudiar la naturaleza y su entorno”, afirma.

La idea de ser bióloga quizás ya estaba guardada en su subconsciente  desde niña, solo había que aclarar un poco más esa noción y la decisión, al final, habría sido la misma, tarde o temprano. Nos recuerda que su padre influyó bastante en ella. “Veía con él documentales sobre la naturaleza, y pensaba: yo quiero estar en ese sitio, en esa selva, en ese bosque”. Esto lo reconfirmaba cuando viajaba a otras provincias y se preguntaba: “¿Qué tan bonito sería estar dentro de esa espesa capa verde?”, añade.

En un reportaje anterior escrito para el INABIO señalé que el biólogo, quizás, es el único que no se puede equivocar de profesión. Ese oficio, que a más de profesionalismo demanda pasión, está hecho para pocas personas, y una de ellas, es Glenda, quien nos dice que ama lo que hace, porque es una carrera que le ha enseñado a percibir y observar de mejor manera su entorno. “Me ha llevado a ser más curiosa, más sensitiva, no solo con la naturaleza sino con la gente. También, me ha permitido compartir salidas de campo con compañeros que por momentos puedes llegar a disgustarte, pero que suelen apoyarte, enseñarte y confiar en ti. Además, actualmente esta profesión me permite trabajar junto a un equipo fuerte de ornitólogos, en la colección de aves más representativa del Ecuador”, afirma.

Mientras trabajaba en este artículo, hay dos cosas llamativas que recuerdo de Glenda; la primera, que salió al campo con siete meses de embarazo; y otra, verla llegando a  las instalaciones del INABIO, ubicadas en el parque La Carolina, cicleando junto a su pequeño hijo Benji y su compañero de vida, el también biólogo, Jorge Brito. En este sentido, siempre hablo de entender lo difícil del trabajo del biólogo en campo, que implica dejar de lado a la familia, las comodidades, desconectarse  de la realidad, pero aún más complejo, que vayas con los meses de gestación de Glenda a un lugar como Sardinayacu, en el Parque Nacional Sangay, eso es admirable. “Es el sitio donde comencé mis proyectos hace trece años atrás, me fui a estudiar las preferencias de los colibríes con las flores. Mi trabajo era tomar muestras  del polen de la cabeza y el pico de las aves, como también de las flores, para después en laboratorio analizarlas”, nos dice emocionada.

Infografía: Francisco Mosquera J.

Nos relata, además, que: “el trabajo de campo es duro: debes madrugar, colocar redes, caminar, tener mucha concentración al manipular aves y tomar datos. Aun así, es tan reconfortante tener de oficina un bosque junto a un riachuelo, y un volcán a lo lejos”, comenta Glenda, quien afirma sentirse privilegiada de haber nacido en Ecuador, país en el que ha podido ver un montón de ecosistemas, hábitats, animales y culturas. “Ser biólogo te permite no solo conocer  otros lugares, sino otras personas y otras realidades”, dice.

Ese amor a la naturaleza, y en definitiva a nuestro Ecuador, es lo que inculca a Benji. “Junto a Jorge buscamos que se involucre con la naturaleza, y se asombre con lo que le rodea. Él ya sabe la diferencia entre un mirlo macho y una hembra”, nos relata, mientras yo me avergüenzo porque en los 4 años que llevo en el Instituto no me he interesado en descubrir esa incógnita, sigo hablando de “mirla y mirlo”. Dicho esto, Glenda nos insiste que lo mejor que pueden hacer con su hijo es llevarle al campo, que entienda y observe el valor de todos los organismos de la naturaleza. “Tratamos de que tenga un equilibrio entre el estilo de vida de la ciudad y la naturaleza. A sus 5 años nos ha acompañado unas seis veces”, acota.

Aquella investigadora, de sonrisa y mirada sinceras, nos habla que en su profesión ha vivido etapas duras, pero también satisfactorias, y una de ellas cuando vino la maternidad. Muchas cosas cambiaron nos señala, y entre ellas, sin duda, el limitarse a salir a investigar en el campo, lo cual es extremadamente necesario en su profesión. “Tuve una etapa difícil, dejé de salir una vez que nació nuestro hijo. La maternidad es hermosa, quieres estar con tu hijo todo el tiempo, quieres verlo crecer, y no perderte nada de lo que hace. Pero para el biólogo, salir al campo también es vida, es hasta terapéutico. Te olvidas de la ciudad, del estrés y vives el presente”, afirma. Acota también, que para ella la maternidad le ha cambiado el chip: “la maternidad me ha mostrado, que aún hay muchas cosas que mejorar en nuestra sociedad. El dedicar tiempo a criar personas, a veces es hasta desacreditado, especialmente en las mujeres. El hecho de criar las futuras  generaciones está muy subvalorado”.

Foto: Jorge Brito – INABIO 2023

Para Glenda no ha sido fácil  encontrar un equilibrio en su vida familiar y su profesión, aun así, sin mucho tiempo, ha ido añadiendo otra pasión a su vida, la ilustración. Ha visto un gran nicho el trabajar en ilustración científica, que es un medio de difusión potente para llegar a más personas con el conocimiento de la ciencia. “Es algo que nos falta aún fortalecer”, señala la investigadora, quien cada día quiere mejorar en este trabajo. “La ilustración científica y naturalista la vengo trabajando desde hace unos 10 años, he ido aprendiendo a través de talleres y cursos”, dice.

Glenda ha colaborado en algunas publicaciones científicas realizando ilustraciones de nuevas especies, una de ellas, la Ichthyomys pinei, nueva especie de rata cangrejera del género Ichthyomys descrita en el 2019 en el Río León (Azuay, Ecuador). A más de esto, ha  participado como autora o colaboradora de  aproximadamente 19 publicaciones científicas, 10 guías visuales, y en capítulos de 3 libros. Nos señala que  la primera vez que vio su nombre en una publicación sintió alegría y orgullo. “Fue un logro. Sentí que lo pude hacer. Una publicación científica no es para nada fácil, es un trabajo científico de lectura, de deducción, de aprender a escribir bien”, acotó.

Ese artículo, publicado en la Revista CientíficaAvances en Ciencias e Ingenierías, tiene información sobre la biología reproductiva del Frigilo Pechinegro Phrygilus plebejus con base de un nido encontrado en una zona rural altoandina de Ecuador. En el estudio se detalla que el nido tiene la forma de taza abierta y fue constituido con diversos materiales vegetales y animales. La puesta incluyó tres huevos, los cuales se describen junto a los polluelos. El periodo reproductivo fue de 34 días, incluyendo 15 días de incubación y 18 días de permanencia de los polluelos en el nido. Si desean leer más detalles lo pueden encontrar aquí: https://revistas.usfq.edu.ec/index.php/avances/article/view/171/173

Sin duda que al conversar con Glenda me llega el pensamiento de que la igualdad de género es posible, sin embargo hay que seguir luchando por esa equidad. A más de ser un derecho humano fundamental, es imprescindible para lograr sociedades pacíficas, con pleno potencial humano. Ese tipo de determinación con la que afrontan su profesión y su vida personal, hacen que personas como Glenda contribuya a derribar los estereotipos de género que vinculan la ciencia con la masculinidady a brindar a las generaciones jóvenes ejemplos positivos.

“Necesitamos una estrategia dedicada no sólo a aumentar la representación de las mujeres en la cartera de talentos para trabajos en ciencia y tecnología, sino también a asegurarnos de que ellas prosperen, incentivándolas a permanecer en estos trabajos bien remunerados y diseñando culturas organizativas en las instituciones que permitan a las mujeres avanzar en estos campos”, dijo en algún mensaje la exdirectora de ONU Mujeres, Phumzile Mlambo-Ngcuka, y efectivamente, todos esperamos eso.

Unidad de Comunicación Social
Instituto Nacional de Biodiversidad, entidad adscrita al Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica

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Ricardo Flores
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